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A los que no están familiarizados con la botánica, las plantas carnívoras les recuerdan a selvas tropicales o sofisticados jardines botánicos en los que se cultivan especies traídas de los lugares más remotos del planeta.

Aunque no tan espectaculares como las que se observan en los documentales de la tele, también en los países templados, incluso en los más fríos habitan algunas especies de plantas carnívoras.

En los taludes de algunos de los caminos que cruzan Jaizkibel podemos ver a una de las dos especies que allí habitan, la "pinguicola grandiflora". Sus hojas de un color verde amarillento están cubiertas de una mucosa en la que se quedan adheridos los insectos que se posan en ellas. Un lento proceso de digestión mediante la emisión de sustancias que descomponen el insecto y absorción de los nutrientes a través de la hoja, le permitirán obtener los Nitratos de los que normalmente carecen los suelos en los que habita.

De una a tres flores violaceas, cada una con su propio pedúnculo de unos 10-15 cm hacen a esta especie inconfundible durante los meses de primavera y verano.

 

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